Por: JUAN M. OTXOTORENA Dibujo: E. Pari Portillo |
Ya la propia posibilidad de tratar
monográficamete o por separado de la materia de Geometría Descriptiva
constituye una buena prueba de la especificidad y tradición de sus programas y
de la solidez de su estatuto disciplinar.No en vano mantiene su denominación, y
en buena medida hasta su lugar, en los Planes de Estudios de la totalidad de
las Escuelas de Arquitectura del país.
Algo bien diverso es lo que ocurre con las
asignaturas de Dibujo y Análisis de Formas Arquitectónicas: sus funciones se
distribuyen y agrupan de diversas maneras, y a veces incluso ni siquiera
aparecen claramente diferenciadas, sin duda debido a la «dimensión protoanalítica»
ya implícita en el dibujomismo23, a la que en su momento nos referiremos con
más calma. Elhecho es que, si en algunas Escuelas se funden en las asignaturas
denominadas
Dibujo Arquitectónico I y II, en otras se
muestran aún bastante individuadas.Por lo demás, cabría decir que a estas
materias les corresponde toda la docencia en la Expresión Gráfica
Arquitectónica que sobrepase o exceda las funciones de la asignatura de
Geometría Descriptiva o no quede suficientemente cubierta por ella.
El caso es que a su vez, a partir de aquí, la
asignatura de Dibujo Técnico parece tener su estatuto y sus objetivos
relativamente más claros, contrastados o definidos, con lo que parece imponerse
proceder de nuevo por vía de sustracción para encontrar los que corresponden a
las de Análisis de Formas.
Si se atiende a su tradición, ligada a la de
las Escuelas Técnicas y las denominadas Enseñanzas Aplicadas, así como a la
oportunidad o conveniencia histórica de distinguirlo y significarlo socialmente
por referencia al coloquialmente denominado Dibujo Artístico (que equivale al
dibujo también llamado «libre» o «de mano alzada»), la finalidad de la
asignatura de Dibujo
Técnico podría estar relativamente clara y
acotada: sería, en definitiva, la de proporcionar al estudiante de arquitectura
una preparación, en particular, en el manejo de ciertas técnicas gráficas que
se distinguen por su alto grado de convencionalidad y por su característica
capacidad de condensar una información precisa y rigurosa acerca de las formas
arquitectónicas, en orden a su definición y restitución.
Esas «ciertas técnicas gráficas» podrían ser
seguramente definidas e identificadas en consonancia con las indicaciones que
Quatremère de Quincy da en su Dictionnaire para el dibujo arquitectónico como
tal, cuando dice que: «... el acabado de los dibujos de arquitectura consiste
en la pureza del trazo, la fidelidad de las medidas y la precisión en las
proporciones»24.
Al final, a la vista de la experiencia, cabría
incluso concluir algo tan obvio como que la diferencia entre el Dibujo Técnico
y el Análisis de Formas como materias regladas es de hecho la que existe entre
el dibujo «con cotas o escala y con regla y compás», y el dibujo «a mano
alzada», incluyendo bajo este último título toda la gama de temas y
procedimientos gráficos que va desde el modesto apunte a lápiz a la más
ambiciosa expresión pictórica.
Esta diferenciación es clara y útil; es fácil
de captar, está socialmente asumida, y sin duda ha funcionado con eficacia
durante décadas en algunas de nuestras Escuelas de mayor tradición y solera,
aun a riesgo de cimentar la actitud «esquizofrénica y dual» correlativa de la
contraposición simplista de arte y técnica que de alguna manera se hace
presente en toda la formación que imparte la carrera, y se traduce en el hecho
de actuar «... como si el dibujo fuese partible en dos trozos»25.
Con todo, quizá conviene observar que hay que
apelar a los argumentos de orden práctico y a las tradiciones docentes y la
historia de las Escuelas para sostener la conveniencia de la consiguiente
distribución de papeles: no parece tan sencillo determinar exactamente en
abstracto los límites de la disciplina de Dibujo Técnico con respecto de los
correspondientes a las de Análisis de Formas Arquitectónicas —y viceversa— en
el terreno conceptual.
La diferenciación de ambas materias se basaría
en principio, fundamentalmente, en la atención a los modos o los medios, no
tanto en la consideración de los fines o de los objetivos teóricos.
En efecto, el dibujo es siempre ‘análisis’ y
el análisis, a su vez, no puede prescindir del denominado «dibujo técnico», no
puede obviarlo o dejarlo de lado. En realidad, esto es así en la medida en que,
a la vez, ambos son en sí mismos ‘proyecto’ o poseen una dimensión proyectiva
auténtica. El dibujo como tal, cuando tiene un referente arquitectónico, exige
en sí efectivamente el «análisis de formas»; ‘pasa’
por la interpretación y el análisis de las mismas formas que re-produce: lo
realiza ya de hecho, lo lleva a cabo en tanto dibujo. Y a su vez, el análisis
requiere el concurso del dibujo que llamamos técnico en tanto ligado al conocimiento
atento y preciso de su tema, y por tanto a la investigación de la geometría del
espacio y de losobjetos en él; máxime cuando se trata de
productos del arte y la inventiva humanos: «... difícilmente se identifica sin
la práctica del dibujo lo que tuvo su génesis en él, del mismo modo que no se
identifica el pensamiento humano sin la práctica de su lenguaje»26.
Referencia del libro SOBRE DIBUJO Y DISEÑO
23 JIMÉNEZ MARTÍN, A.,
Análisis de formas arquitectónicas.Textos/1, Curso 1988/89,
Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica,E.T.S. de Arquitectura,
Universidad de Sevilla, 1988, p. 48.
24 QUATREMÈRE DE QUINCY,A.-Ch.,
Dictionnaire historique d'architecture,París 1928, pp. 519-20.
25 JIMÉNEZ MARTIN, A., El dibujo en la enseñanza de la arquitectura,cit.,
p. 22.
26 SÁNCHEZ GALLEGO, J. A.,Geometría Descriptiva. Sistemas deproyección
cilíndrica, cit., p. 29.
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