martes, 15 de diciembre de 2015

Las aguas curativas de Arequipa

Por : Mg. Alejandro Malaga Nuñez Zeballos
En Arequipa, las referencias documentales más antiguas sobre la práctica de tomar baños de aguas termales, se remontan a la segunda mitad del Siglo XVIII, el último corregidor de ● Mg. Alejandro Málaga Núñez-Zeballos de Arequipa Arequipa, el extremeño Baltazar de Setmanat, en la década de los años ochenta pagó el arreglo de uno de los pozos termales de Yura, que ahora lleva su nombre como benefactor. Posteriormente, en momentos de culminar las luchas por nuestra Independencia, en 1824, el español José Nodal Noguerol solventó la edificación de unas habitaciones en Yura para los pozos conocidos como Tigre y Vegeto. Cuatro décadas después, en 1864 el sabio italiano Antonio Raymondi, realizó y publicó: “Análisis de las aguas termales de Yura, aguas minerales de Jesús y aguas potables de Arequipa”, obra impresa por Francisco Ibáñez en Arequipa, en la que resalta los atributos de las aguas de los alrededores de la ciudad. 

Del Siglo XX, tenemos el aporte del médico arequipeño y ex Rector de la Universidad Nacional de San Agustín, doctor Edmundo Escomel Hervé, quien estudió a las aguas termales de Yura y Jesús, así como de los manantiales de los ríos de Arequipa; y llegó a publicar en Lima, “Las termas de Yura”, en La Opinión Nacional en 1921. Sin embargo, el primer análisis de las aguas termales de Arequipa, en los lugares mencionados, con reactivos químicos, papel para medir el grado de acidez y un sólido bagaje científico y cultural aprendido en Europa, fueron la base para que el arequipeño Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, a inicios de la República publique su estudio titulado: “Análisis de la aguas minerales de Yura, y de otros puntos cercanos a la ciudad de Arequipa”, publicado en el primer periódico científico del Perú, el Memorial de Ciencias Naturales y de Industria Nacional y Extranjera, en 1827. 

La investigación llevada a cabo por Rivero en 1827, la tituló: “Análisis de las aguas minerales de Yura, y de otros puntos cercanos a la ciudad de Arequipa”, y salió publicada en el periódico Memorial de Ciencias Naturales e Industria Nacional y Extranjera, (T.I, N°1, diciembre 1827, p. 11-26). El científico describe las variedades de los elementos y tipos de las aguas, según sus cálculos indicó que la ciudad de Arequipa está a 170 varas de altitud, resaltó que la mayoría de edificaciones de la ciudad estaban construidas con rocas volcánicas denominadas sillar. Escribió detalladamente las laderas de la quebrada de Yura, resaltó que los deshielos del nevado Chachani servían para los cultivos de la zona. Sobre la población, agrega que los yureños producían mucha cal y fabricaban jabones con los que abastecían la ciudad. Finalmente, indicó que el viajero y naturalista Tadeo Haenke en 1796, intentó realizar un análisis de las aguas de Arequipa, pero sólo se limitó a describir los contextos, por ello nuestro personaje asumió como reto ser el pionero en realizar la investigación. 

Han transcurrido ciento ochenta y siete años, desde que se publicó la investigación de Rivero y ahora gracias a la tecnología podemos rescatar el aporte que prácticamente quedó en el olvido. Algunas de las páginas las encontramos y nos las facilitó la BIBLIOTHEQUE CENTRALE DU MUSEUM NATIONAL D’HISTOIRE NATURELLE de París, otras las atesora la Biblioteca Nacional del Perú. La investigación de Rivero sobre las aguas de Arequipa, la reeditamos y ofrecemos a la colectividad científica, como tributo al personaje y aporte a la historia de las aguas termales de Arequipa.

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